miércoles, 30 de noviembre de 2016

Por qué fracasan los países

Parecemos encerrados en un círculo de pobreza. Si decimos que para dejar de ser un país pobre debemos, por ejemplo, mejorar nuestro sistema educativo, nos encontramos con que no tenemos los recursos para hacerlo, porque somos un país pobre. También requerimos actualizar nuestra infraestructura, pero el dinero no alcanza para hacerlo al ritmo deseado, porque somos un país pobre.

La explicación principal a nuestra pobreza parece una interminable tautología: somos pobres, porque somos pobres.
En las conversaciones de los colombianos suele aparecer la reflexión acerca de los motivos de nuestra pobreza. Es común recurrir a argumentos como nuestro clima (la falta de estaciones nos haría perezosos y no previsivos) o el haber sido colonizados por españoles y no por ingleses (los españoles tendrían cierta tendencia a vicios y nos habrían heredado eso).
Las explicaciones expuestas recurren a la geografía, el clima y la historia. Pareciera que estamos condenados a la pobreza por condiciones que no escogimos. Nos tocó ser un país pobre por estar en el trópico y tener la mala suerte de ser ocupados por España.
Por otra parte, es evidente que, en menos de un siglo, naciones con situaciones económicas adversas dieron un salto a la prosperidad, como Corea del Sur o Singapur. Entonces, de alguna manera es posible romper el cerco de la pobreza. Algo no se nos ha revelado en esta historia de ricos y pobres.
En su libro por qué fracasan los países, Daron Acemoglu y James Robinson retan estos argumentos y encuentran una proposición alternativa. Los países ricos son aquellos en donde el conjunto de reglas y políticas promueve la equidad, de manera que hay acceso al poder y a los medios de producción. En estas naciones el Estado cumple el papel de equilibrar la balanza del poder y facilitar el que haya competencia sana.
Para Acemoglu y Robinson la pobreza de muchos pueblos se explica porque hay élites que controlan el Estado y manipulan las leyes para su beneficio, de manera que el subdesarrollo no es la consecuencia natural de la carencia de recursos o medios de producción, sino que es el resultado de condiciones creadas para que ciertos subgrupos exploten a los ciudadanos.
En el caso colombiano hay algunos signos que tienen a confirmar la hipótesis planteada en el libro: uno es la frecuente aparición de casos donde los recursos del Estado, aparentemente escasos, son sometidos al despilfarro. Tal es la situación, por mencionar un par ejemplos, de la refinería de Cartagena o de la ciudadela deportiva de Ibagué. También pueden contarse como ilustrativos la existencia de pocos canales privados nacionales, la monopolización de sectores productivos, entre otros.
El análisis de Acemoglu y Robinson apunta a la dirigencia de un Estado. Es claro que en los países donde los dirigentes se han propuesto cambiar las cosas, es posible que se gire hacia el progreso. De esta manera, la pobreza material es un reflejo de la falta de competencia de sus dirigentes.

Podría concluirse que más que un país pobre, somos un país mal administrado.

viernes, 25 de noviembre de 2016

El problema del inicio de la vida

Por Orlando Scoppetta DG.

Alguna vez, en mi tiempo de universitario, me asaltó una pregunta acerca del origen de la vida. Algo que todavía no considero satisfactoriamente resuelto.
Tomado de http://recursostic.educacion.es/bancoimagenes/web/
Una de las hipótesis más probables acerca del inicio de la vida, es que esto se dio en algún escenario acuoso. La primera cosa viva en la tierra fue capaz de diferenciarse del entorno, consumir energía y replicarse. Esto sucedió en circunstancias muy particulares, debido a las delicadas condiciones necesarias para que un ente vivo se construyera. Por ejemplo, se requiere de alejamiento de los rayos ultravioleta (que destruyen estructuras orgánicas microscópicas, aunque la misma luz ultravioleta podría ser la causante de reacciones propicias a la vida), especialmente en una atmósfera distinta a la que tenemos hoy, debido, en parte, a que en ese momento no existía oxígeno en cantidades considerables en el aire.
Entonces, tendríamos a esta especie de ser proto-vivo, nadando en una matriz líquida. Según lo que se sabe, esta cosa viva sería algo similar a una bacteria. El problema es que los organismos vivos son sistemas altamente organizados que van contra la corriente. Con esto quiero decir que la vida es una forma de organización muy compleja e improbable. Vivir demanda esfuerzo.
Cuando le planteé mis inquietudes a mi amigo José Luis Bustos, él me remitió al Gen egoísta. Allí, Richard Dawkins plantea que dentro del conjunto de moléculas que se formaron por azar, apareció el replicador. Una organización molecular capaz de hacer copias de sí mismo ¿Por qué? Porque sí. Simplemente como resultado del azar, según Dawkins.
Hay una continuidad entre la distribución física de un cuerpo y la energía que hace parte integral del sistema. Si se agita una botella que contenga agua y aceite, se formarán pequeñas gotas de aceite flotando en medio del agua, pero cuando la energía aplicada se disipe, agua y aceite tenderán a separarse. Para construir un edificio se requiere mucha energía: desde el diseño hasta la aplicación de los materiales, se necesita energía. Luego, se necesita más energía para mantener el edificio. Si con el paso del tiempo no se continúa en la aplicación de esta energía, el edificio terminará en ruinas. La separación de los materiales del edificio del resto del ambiente, sucumbirá de manera que lo que fue ese edificio con el tiempo será algo muy parecido al polvo.
Ilya Prigogine muestra cómo el aumento el nivel de energía aplicado a un sistema produce un crecimiento del desorden y al tiempo un incremento del orden. Por ejemplo, cuando se administra calor a un recipiente con un líquido, se forman estructuras a manera de burbujas. El orden del agua será perturbado y a la vez se disipará energía de manera caótica en forma de calor.  Cada burbuja es una estructura y el conjunto de burbujas es una estructura más compleja. Hay que anotar, sin embargo, que estos sistemas que emergen de la aplicación del calor, son altamente inestables.
La vida requiere cierto grado de estabilidad y continuidad. El ser vivo primigenio debió aplicar cierto esfuerzo para mantener la diferenciación interna, puesto que para subsistir requirió de una membrana exterior y de cierto grado de especialización de su conformación interna.
Debido a que los datos muestran que la capacidad fotosintética fue adquirida por organismos vivos, es de suponerse que los primeros entes vivos no contaban con la capacidad de tomar directamente la energía del sol, así que tenían que alimentarse de otros compuestos de su entorno.
Creo que hay una continuidad en el grado de complejidad de la gestión que hace un ente de la energía que percibe y los outputs que produce tal ente. Por ejemplo, una roca expuesta al sol es capaz de captar energía luminosa. La devuelve al ambiente gradualmente en forma de calor, y nada más. Una planta utiliza la energía de formas mucho más complejas. Un humano devuelve la energía captada en forma de un edificio o de una sinfonía.
Jeremy England, un físico de MIT, ha logrado formalizar un planteamiento acerca del origen de la vida. Se desprende de su teoría que los organismos son el resultado de formas de organización dadas para disipar la energía. England siguió el rastro de la energía. Su idea podría llevar a la conclusión de que la vida apareció de cierta manera en la tierra y debería aparecer en cualquier otro lugar con condiciones similares.

Persiste, en mi mente, la pregunta acerca de cómo se sostuvieron los primeros organismos. La tendencia a preservar la vida requiere un grado complejo de respuestas ante las amenazas y la primera amenaza es la propia inactividad. Lo más natural sería la falta de esfuerzo; sin embargo, los entes vivos explotaron y cambiaron el ambiente mismo. Las probabilidades se orientan hacia un fracaso prematuro de la vida. Es evidente que no fue así.

sábado, 19 de noviembre de 2016

La complejidad de la cooperación


Siguiendo con la línea de estudio de la complejidad, resulta muy interesante el trabajo de Robert Axelrod. El señor Axelrod ha aplicado a la investigación de la cooperación su análisis de modelos formales, así como su experiencia en procesos de negociación, como los tratados de control de armamento nuclear.


Parte Robert Axelrod de recordar que la cooperación es la manera de actuar de los sistemas, entre ellos los grupos humanos, que produce ganancias para los actores que intervienen en una
transacción. Lo contrario a la cooperación no es en este caso la competencia, sino lo que se entiende como deserción, o comportamiento egoísta. La deserción es algo así como un comportamiento egoísta, cuando se espera un comportamiento cooperativo.
El modelo del que se parte para el análisis es el llamado dilema del prisionero. En Wikipedia el dilema es descrito así:
La policía arresta a dos sospechosos. No hay pruebas suficientes para condenarlos y, tras haberlos separado, los visita a cada uno y les ofrece el mismo trato. Si uno confiesa y su cómplice no, el cómplice será condenado a la pena total, diez años, y el primero será liberado. Si uno calla y el cómplice confiesa, el primero recibirá esa pena y será el cómplice quien salga libre. Si ambos confiesan, ambos serán condenados a seis años. Si ambos lo niegan, todo lo que podrán hacer será encerrarlos durante un año por un cargo menor.
Los dos reos obtendrán el máximo beneficio conjunto si ambos cooperan entre sí (no con las autoridades). Pero existe la tentación de obtener el máximo beneficio individual, en detrimento de la ganancia del otro. También se enfrentan los actores a la incertidumbre acerca de cuál va a ser la elección del otro.
Cuando el dilema del prisionero se itera, se obtienen series de respuestas de los participantes. Robert Axelrod organizó un torneo entre programas que simularan el comportamiento ante dilemas del prisionero en serie. Se estableció que el ganador sería quien obtuviera el máximo de beneficio. Resultó ganador un programa muy simple que establecía dos comportamientos: en la primera ronda se colaboraba, en las siguientes se actuaba de acuerdo con el comportamiento previo del otro jugador. Es decir, si en alguna ronda el otro no cooperaba, el programa establecía que, en la ronda inmediatamente siguiente, se emitirá una respuesta no colaborativa.
Por ejemplo, si una persona tiene una relación con otra, en una situación cotidiana cualquiera, ambos harán algo por el bien del otro. Si en alguna de esas interacciones una de las personas defrauda al otro, la respuesta del otro será no cooperar en la siguiente interacción. Si la otra parte emite una respuesta de cooperación, el programa establece que en la siguiente ronda, se producirá también una respuesta de cooperación
Esta dinámica es muy común en el comportamiento humano individual y organizacional. Las relaciones de ganancia mutua se basan en la construcción de confianza. Cuando alguno de los actores no coopera, se produce una secuencia de respuestas de no cooperación entre las partes, que podría producir una escalada destructiva. Este tipo de comportamiento se llama de toma y daca (en inglés, tit for tat).
Hay un factor de aprendizaje que puede modificar el desarrollo de la interacción. Los jugadores pueden llegar a anticipar que las respuestas de deserción producen pérdidas netas y entonces entrar en un ciclo virtuoso de cooperación.
Es importante anotar que esta clase de análisis se establece sin valorar moralmente la naturaleza de la interacción. De hecho, el dilema del prisionero muestra una situación de arreglos del tipo mafioso. En otra entrada mostraré un análisis de la cooperación en escenarios de mafiosos.
Ahora bien, siendo cierto que en los modelos computacionales un programa de respuestas del tipo toma y daca, puede obtener los mejores resultados, en la vida real hay otros factores a tener en cuenta además de la respuesta de la contraparte y que producen ajustes necesarios al modelo.
Una de las partes puede emitir una respuesta de cooperación que sea malinterpretada por la otra y responder de manera no cooperativa. En la siguiente ronda, un comportamiento del tipo toma y daca, no cooperaría, lo que llevaría al primer actor a responder también no cooperando. Todo por un mal entendido.
Por otra parte, a veces aun cuando queremos cooperar, nuestra respuesta puede ser equivocada.
Para reducir las pérdidas por esta situación, Axelrod llama la atención acerca de la importancia de contar con dos previsiones: generosidad y contrición.
La generosidad tiene que ver con emitir una respuesta de cooperación, aunque se haya recibido previamente una respuesta de deserción, teniendo en cuenta que las interacciones humanas se dan en medio de mucho ruido (factores que perturban la valoración de la conducta del otro).
La contrición refiere a emitir una respuesta de cooperación aun cuando la otra parte haya emitido previamente una respuesta de deserción, si se entiende que esta deserción es producto de un error de nuestra parte.
El análisis de diversas situaciones de conflicto permite mostrar que la retribución de golpe por golpe no produce los mejores resultados en el caso de los humanos en situaciones reales.
Mi experiencia personal es que muchos de los conflictos se generan por la lectura del comportamiento del otro, de manera que la otra parte responde en tono de pelea. Así, una de las partes puede entender que el comportamiento del otro es no colaborativo, mientras el otro piensa que sí está aportando al buen entendimiento.
La manera de resolver esto y de plantear un escenario de ganancia mutua, es propiciar el diálogo con la otra parte, escuchar su valoración de la situación y entender que aunque no tengamos intención de daño, nuestra conducta puede leerse como una agresión al otro, y suscitar una respuesta en consecuencia.
En el caso del proceso de paz, por ejemplo, es necesario que las partes reconozcan sus errores, dejando de lado sus justificaciones. Es un error pretender hacer equivalente el daño percibido a la valoración de quien lo produce.
Se entiende también que cuando una de las partes cesa las hostilidades, por mencionar un caso, cuando se desiste del lenguaje agresivo, se está actuando con generosidad que propicia recuperar la cooperación.
Responder a la agresión con agresión y condicionar el comportamiento propio por la conducta ajena, traza la ruta hacia el conflicto. Entender al otro y ayudarle a encontrar su camino produce un resultado favorable en la construcción de la civilización humana.




miércoles, 12 de octubre de 2016

Mi García Márquez personal

Casi en el instante mismo en que se conoció la noticia de la muerte de Gabriel García Márquez, los medios de comunicación dieron paso a un gran despliegue de información sobre lo que fue su vida;  al tiempo, se desató la polémica tan colombiana sobre lo que hizo y no hizo el personaje. Pareciera que para muchos la vida de García Márquez se hubiera revelado con la explosión noticiosa. No es esto de extrañar en un país con niveles de lectura tan bajos.

     La realidad es que la obra de Gabriel García Márquez se extiende desde 1947, cuando se publicó su primer cuento, hasta 2004, con su última novela. Para cuando fue premiado con el Nobel de literatura, ya había obtenido al menos otros cuatro reconocimientos internacionales de alto nivel, y no quiso recibir más premios. Como todo escritor de renombre tuvo notas altas y bajas en su producción. Cuando apareció la hojarasca, buena parte de la crítica especializada habló de una escisión en la historia de la narrativa colombiana, antes y después. Pero de hecho, la novela había sido devuelta por la editorial y el mismo escritor se reconoció insatisfecho por la versión enviada para publicación, de manera que la corrigió hasta llegar al texto que hoy conocemos.
    Dijo varias veces Gabriel García Márquez, que todos los días escribía al menos un par de cuartillas, impulsado por esa vocación que lo llevó a soportar penurias antes de que pudiera sustentarse con su obra. Para intentar entender al escritor, hay que verlo en ese contexto de relator de su propia historia, de un territorio específico (el caribe colombiano), de un país, de Latinoamérica, que luego puede ser asimilada a muchos lugares del mundo.
En su discurso de recepción del Premio Nobel en  1982 no renunció a hablar en voz alta acerca de la condición de América Latina, aunque su actitud le valiera el rechazo de la porción del país que nunca quiso escuchar esa verdad.
   Cualquier nacido en el caribe colombiano puede identificar su propia historia en las narraciones de Gabriel García Márquez. El ambiente soporífero de nuestros pueblos polvorientos, la vigencia permanente de los que ya no están, los olores a frutas y por supuesto, las mariposas amarillas que llenan nuestros jardines como regalos de la vida por épocas de cada año.
   Quienes dejamos nuestra tierra, como el escritor, para vivir en Bogotá, encontramos en su historia personal algo de identificación. Cuando describió así a la capital, “Era entonces una ciudad remota y lúgubre, donde estaba cayendo una llovizna inclemente desde principios del siglo XVI", resumió el sentimiento de quienes fuimos recibidos por una urbe fría en el clima y en el trato de quienes veían a los costeños como seres extraños, que insistían en desayunar con yucas y bananos verdes cocidos, que hablaban con desparpajo en tonalidades inaceptables para el sigilo cundinamarqués.

  El éxito de Gabriel García Márquez fue nuestra reivindicación. Fue nuestra propia historia de soledades, fue nuestra palabra, fue la presencia de nuestros abuelos y abuelas, de nuestras casas, calles y barrios, todo dado a conocer al planeta. Fue un costeño como yo, como mis abuelas y mis tíos contadores de historias, hablándole al planeta acerca de cómo celebramos la vida en medio de la nostalgia que nos ha sido transmitida en los genes y que nos hace apegarnos a cada pariente, a cada amigo, a cada árbol, a cada recuerdo. Esta inspiración que sube desde la tierra misma, y que a alguno le hizo escribir muy bien, y a otros cantar tonadas que cuentan de la nostalgia por el mundo que ante nuestra vista se está yendo, como se fue Gabriel García Márquez, como nos vamos una y otra y vez nosotros mismos. Este es, amigos, el tamaño de nuestra soledad.

domingo, 25 de septiembre de 2016

Quien salva una vida, salva a la humanidad entera

Muy pocas personas reconocerían a quien aparece en la fotografía. Tal vez un número mayor recordaría  algo de este personaje si se indicara que su nombre es Oskar Schindler, y finalmente muchos caerían en cuenta de quién se trata si se  añadiera que este señor es el responsable de la famosa lista de Schindler, historia sobre la cual Steven Spielberg hizo una reconocida película.

La lista de Schindler fue conformada por 1.200 judíos salvados de las atrocidades del régimen nazi por las maniobras de quien se las ingenió para mantenerlos como trabajadores de su fábrica en Cracovia (Polonia).

A Schindler se le conoció como un infiel, oportunista, jugador y pragmático. Schindler también fue espía de la inteligencia alemana. Oskar Schindler era un consentido del poder en Alemania: pertenecía la aristocracia industrial que había llevado a Hitler al control de la nación y a cambio recibía contratos de gran cuantía para todos los menesteres de la guerra y del desarrollo civil.

De sibarita desapegado pasó a ser un opositor silencioso de un régimen que le proveía de todo lo que muchos considerarían condiciones ideales. Este héroe improbable se jugó la fortuna y la vida por un grupo de personas que podrían ser impunemente sus instrumentos. De hecho, alguna vez fue arrestado por su sospechosa actitud hacia los perseguidos por el establecimiento. Fue tanto su esfuerzo, que les construyó viviendas cerca a la fábrica y cuando los alemanes debieron abandonar Polonia por el avance ruso, llevó consigo a su gente hasta Checoslovaquia.

Como si  fuera poco, una vez rescató a otros 132 de un tren que los trasladaba a un campo de exterminio y pagó la cuota que le correspondía por contar con ellos, aunque no les exigió trabajar para él en su fábrica.

Los reportes dan cuenta de que él que no solamente maniobró para salvar la vida de sus trabajadores, sino que además ordenó un sabotaje discreto de sus propia producción de municiones para la Wehrmacht. Los testimonios de personas que trabajaron en su fábrica lo describen como un hombre cálido, cercano a ellos. 

Es difícil establecer lo que llevó a Oskar Schindler a preocuparse legítimamente por la vida de los trabajadores judíos quienes estaban a merced del régimen nazi. Hay que decir, en honor a la verdad, que él fue uno de muchos (no tantos desafortunadamente) que salvaron la vida de aquellos a quienes se les impuso un régimen de terror y muerte. Varios de ellos perdieron sus vidas en ese empeño. El bien parece florecer aun en los arenales de la corrupción, la maldad y la desconsideración por los demás.

Volviendo a Schindler, se dice que que su contador judío le hablaba acerca de sus penurias y un día compartió con él este mensaje del Talmud: “quien salva una vida, salva a la humanidad entera”.

viernes, 2 de septiembre de 2016

Juan Pablo


Juan Pablo* insistía en contar una historia: él recordaba que cuando era muy pequeño su mamá lo amaba, aunque le gritaba para reprenderlo diciéndole que no hiciera tal o cual cosa. Negaba decididamente que su mamá lo hubiera abandonado. Todo el tiempo preguntaba «¿por qué me iba a dejar, si ella me quería mucho?»

Madre e hijo. Gustav Klimt, 1905.
Madre e hijo. Gustav Klimt, 1905.
Creció en los sistemas estatales dedicados a niños en su situación. No le faltó alimento, techo, vestido y educación hasta cierto punto.
  
Juan Pablo siempre llevó con él la idea de que algún día iría decidido a buscar a su mamá. Quienes le atendieron lo recuerdan por su perorata inconsolable. «Cuando yo era chiquitico, mi mamá me decía quédese quieto, no haga eso…» Jamás aceptó que realmente sus padres nunca vieron por él, casi desde el instante en que nació.

Llegando a la edad adulta se involucró en el uso de drogas. Ya estaba en el umbral para egresar del sistema estatal de protección. Tendría que vérselas solo con el mundo y con el vacío en su corazón «Por qué me dicen que me dejó si yo me acuerdo que ella me quería mucho y me decía estese quieto, pórtese bien…»


Los servicios de atención a niños y niñas en condiciones desfavorables deberían ser excelentes. Habría que darles mucho a quienes desde pequeños se les negó el derecho a una familia y crecen sabiéndose diferentes. Más allá de eso, hay que hacer un mayor esfuerzo para esos servicios se utilicen poco, para que haya pocos niños y niñas que lo requieran. Esto se logra creando condiciones de desarrollo más armónicas, que contemplen al ser humano integralmente. A eso podrían apuntar los planes de desarrollo.
Podría decirse que el Estado cumplió su obligación en el caso de Juan Pablo, aunque no siempre los servicios prestados fueron los mejores.  Sin embargo, el papel del Estado no termina allí, o más bien, hace falta mucho más para casos como este se presenten con menos frecuencia. Es cierto que el papel estatal tiene una frontera delimitada por el fuero interno y familiar. Esto no obsta para insistir en que le corresponde al Estado crear las condiciones para reducir los efectos de la pobreza, la inequidad, la falta a educación, en fin, los llamados determinantes sociales de casos como el de Juan Pablo.

Los servicios de atención a niños y niñas en condiciones desfavorables deberían ser excelentes. Habría que darles mucho a quienes desde pequeños se les negó el derecho a una familia y crecen sabiéndose pobres y desafortunados. Más allá de eso, hay que hacer un mayor esfuerzo para que esos servicios se utilicen poco, para que haya menos niños y niñas que lo requieran. Esto se logra creando condiciones de desarrollo más armónicas, que contemplen al ser humano integralmente. 

No sé qué fue de la vida de Juan Pablo. Tal vez, de adulto, siguió contando su ficción vital, añorando a la madre que probablemente alguna vez le susurró que lo quería mucho.

* La historia es real, el nombre fue cambiado.


jueves, 1 de septiembre de 2016

¿Por qué hay homosexuales? Una aproximación desde el pensamiento complejo

Por Orlando Scoppetta DG.

Fotografía de Vincent Guth. Tomada de Unsplash

La naturaleza del homosexualismo ha sido esquiva a la búsqueda de explicaciones, porque se ha intentado equiparar este fenómeno a una anomalía. Estas aproximaciones van en búsqueda de una alteración, una enfermedad o un vicio. Esta línea de pensamiento no ha sido fructífera.

La exploración de alteraciones morfológicas o funcionales, valga decir, conformaciones cerebrales o expresiones hormonales distintivas, ha sido tan poco explicativa como la disfuncionalidad familiar u otras características del ambiente.

Autores influenciados por perspectivas ideológicas, muestran explicaciones sesgadas que no logran confirmación por investigaciones independientes. Un acercamiento desde la perspectiva del pensamiento complejo podría permitir una visión diferente. Antes de continuar, conviene aclarar que las explicaciones desde este tipo de pensamiento no son las convencionales, pues no necesariamente recurren a la descripción de mecanismos causales.

El espacio es corto para definir el pensamiento complejo. Aquí tomaremos un aserto propio de esta filosofía: lo más complejo puede explicarse a partir de planteamientos simples.

Establezcamos entonces un planteamiento simple: el universo tiende hacia la diversidad y la diversidad lleva al universo de lo más simple a lo complejo.

Propongamos otro planteamiento, esta vez, un enfrentamiento de posiciones: los sistemas tienden a conservarse idénticos. La otra posición, la opuesta, se establece en términos de que los sistemas tienden a la diversidad.

Un ejemplo de dimensiones colosales nos ayuda a ilustrar el punto. En el universo primigenio, vagaban por el espacio átomos de hidrógeno. El hidrógeno es el elemento más simple: un protón, un neutrón y un electrón. Si se cumpliera el primer planteamiento antagónico, el universo estaría compuesto por un montón de átomos navegando por el espacio, y nada más.

Lo que en realidad sucede puede resumirse así: dos átomos de hidrógenos se atraen mutuamente, por la gravedad. Cuando se unen los dos, tienen algo más de gravedad, como para atraer a un tercero. Con los cúmulos de átomos, propios de las nubes interestelares, atrayéndose hasta lograr cierta condensación crítica, la combinación entre masa y calor hace que este núcleo se encienda y nazca una estrella. Los átomos de hidrógeno sometidos a presión y a altísimas temperaturas se fusionan en átomos de helio, litio, carbono y todos los demás elementos.

De los átomos de hidrógeno surge una estrella y también todos los elementos más complejos. Además, el hidrógeno mismo existe en diferentes isotopos: deuterio, tritio y protio.

Entonces, algo tan simple como el hidrógeno tiende a la diversidad y esa tendencia a la diversidad, o capacidad de diversidad, es el origen de lo que conocemos. Tomemos ahora cualquier sistema de nuestra existencia cotidiana. Suelo pensar en un vaso para ejemplificar esta cuestión. En este caso, se trata de un sistema artificial, creado por el ser humano.

¿Cómo sería el primer vaso? Probablemente una concavidad en una piedra o en un trozo de madera, inspirada por el cuenco de las manos. Su finalidad: contener líquidos para llevarlos por porciones hasta la boca de los humanos sedientos.

Hoy por hoy tenemos vasos de vidrio, de plástico, de papel. Vasos grandes y pequeños. Vasos de colores ¿Es cada vaso una anomalía con respecto a los otros?

Una regularidad del universo, es, aunque parezca paradójico, la tendencia a la diversidad. Esto puede afirmarse sin afectar el sentido religioso. Si Dios existió siendo único y autosuficiente, entonces él mismo dio lugar a una explosión de diversidad que hoy se manifiesta de múltiples formas que están a la vista de todos.

Existen seres homosexuales, entre los humanos y otras especies, porque hay seres heterosexuales. Existen, porque la sexualidad no escapa a la diversidad, como no escapan los átomos de hidrógeno o las hojas en una misma planta, en un mismo jardín, o los vasos creados por la humanidad.

Otra cosa es la actitud moral que se asuma frente al homosexualismo. Dado que han fracasado los intentos de explicar el comportamiento homosexual desde una perspectiva patológica, es decir, como una anomalía o perversión, no hay posibilidad de fundamentar las calificaciones morales del homosexualismo en hallazgos de la ciencia. Esto, porque aun cuando sea posible que con la investigación científica se identifique algún día qué hace que una personas sea homosexual o heterosexual, no habría una base lógica para entender tal diferencia como una anomalía.

Así las cosas, valorar la homosexualidad desde una perspectiva moral, solo puede tener como fundamento cierto, esa misma perspectiva. Sería entonces más honesto para quienes ostentan banderas religiosas y otras que tienen afinidad por postulados morales, declarar que se asume una valoración negativa de la homosexualidad desde la base de sus creencias, sin recurrir a supuestos argumentos científicos.

lunes, 29 de agosto de 2016

EL CARIÑO EN LOS TIEMPOS DEL DENGUE



Cuando viajo a algún lugar del país aprovecho la oportunidad para hablar con la gente, escuchar historias propias del folclore, conocer la cultura y saber acerca de la realidad en que se desenvuelven las personas comunes y corrientes.

En una visita reciente conocí a Yadira[1] quien, a sus siete años, estaba recuperándose de los estragos del dengue. Aunque sus ojos acusaban el cansancio de una semana con fiebre, dolor de cabeza, vómitos y otros síntomas, su vitalidad infantil la mantenía pendiente de todo cuanto hacíamos. Ella espontáneamente me tomó de la mano en la caminata de ida y vuelta desde su casa hasta el mercado para comprar lo del almuerzo de ese día, y con toda paciencia me explicó asuntos de su mundo.

No es extraño que se haya visto afectada por esta enfermedad: el clima propicio al mosquito que la transmite, la pobreza del entorno donde las lluvias dejan charcos que tardan en secarse sobre las vías destapadas; además, los $350.000 que gana mensualmente su papá como concejal del municipio, no alcanzan para mejorar la vivienda que hoy tiene piso de tierra, techo de zinc y paredes en materiales mixtos. El aprovisionamiento de agua también es deficiente y favorece la aparición de enfermedades.

A pesar de todos los males sufridos, la gente del pueblo donde vive Yadira, no pierde el buen ánimo que se evidencia en multitud de bromas. En medio de su amabilidad me contaron las historias que marcan el momento actual de su vida. Las múltiples oleadas de violencia: primero la guerrilla y sus abusos, luego la retoma por parte de la fuerza pública y sus abusos (hizo parte de la zona de distensión el municipio cuyo nombre omito). Después, los paramilitares con más abusos y terror.

Ahora conviven con el ejército y la policía agradeciendo su presencia aunque deseando que fueran amables y se integraran más con la población. No les gusta la gente armada, ni siquiera los legítimamente uniformados. Un ex concejal me contó: «cuando la zona de distensión, tuve que volarme porque me opuse al reclutamiento de menores… me declararon objetivo militar. Después, en el municipio a donde me fui, trabajaba como profesor. El EPL se lo tomó un día y me acusaron a mí de ser colaborador por venir de la zona de distensión… Lo perdí todo».

Gualberto, el papá de Yadira, me llevó a conocer el pueblo. A pocos metros del área central, se acaban las calles pavimentadas. Los pobladores ocupan casas con paredes de color verde, colmadas de barro por la falta de alcantarillado y pavimentación. El verde de las paredes se debe a que están hechas con un plástico parecido a aquel con el que se fabrican costales. Me mostró una cancha de basquetbol con tablero de acrílico hecha por Acción Social, rodeada de monte, al tiempo que lamentó que el dinero con que se fabricaron las canchas, no se hubiera invertido en tubería o declive para que las aguas no martirizaran a la gente.

Colindan con las viviendas los grandes potreros que hacen parte de fincas extensas, donde pastan tranquilamente millones de pesos sobre cuatro patas. Con una pequeña porción de esas tierras se podría desarrollar un proyecto agroindustrial comunitario que ayudara a una mejor distribución de la riqueza. Es mucho pedir.

La pobreza va más allá de la precariedad de las viviendas: los jóvenes no tienen mayor proyección una vez terminan la secundaria. Hay algún programa del SENA y nada más. Queda ocupar los empleos en los comercios donde pagan $5.000 por trabajar en la mañana y $10.000 el día completo.

Me explicó Gualberto que quería conseguir recursos para un sendero peatonal y de bicicletas por el cual pudieran transitar los niños hacia y desde el colegio, un poco retirado del centro del pueblo. Al llegar allí, vi la maquinaria lustrosa de una compañía petrolera, aparcada por ser domingo. Pensé en que lo que bueno que sería que la compañía prestara una maquina un día, para mejorar un poco las vías aledañas de los barrios pobres del pueblo. Otra vez, es mucho pedir.

Mientras me hablaba de sus aspiraciones, yo pensaba en estas dos caras encontradas de la política: por una parte, como una manera de rebusque, una especie de trabajo informal con el cual no se puede obtener lo suficiente para vivir decentemente. Por otra parte, la esperanza de construir por ese medio un futuro mejor para los habitantes de una región.

Durante el viaje de regreso, por unos minutos me imaginé como un potentado apadrinando a la familia de Yadira para que saliera adelante, y financiando el sendero sobre el cual la niña iría y vendría segura. Sin sutilezas la realidad me trae de vuelta al hecho de que apenas pude leerle un cuento a la niña, decirles a los demás que todo va a mejorar (quiero creer en eso, con una convicción cautelosa) y seguir escribiendo estas notas, con gran probabilidad inútiles.





[1] Cambio nombres y algunos hechos para mantener el anonimato de las personas que confían en mí y amablemente me cuentan sobre sus vidas.

Mi acercamiento al problema de la conciencia

  P or Orlando Scoppetta DG.      Desde hace años, décadas quizás, vengo discutiendo en mi cabeza el problema de la conciencia. Durante esos...