sábado, 27 de enero de 2018


El problema de la superpoblación mundial

Por Orlando Scoppetta DG.


Fotografía: Tim Easly en Unplash
De cuando en cuando, algunas publicaciones se encargan de recordarnos que la población humana está creciendo a un ritmo acelerado, lo que tendría gravísimas repercusiones para la sostenibilidad de la especie humana. Hace unas décadas, se trataba de un tema candente que se convirtió en un asunto de estudio científico y de política internacional.

Pero ¿qué es la superpoblación y en qué punto vamos? Abordemos esas cuestiones.

La situación

En 1968 Paul y Anne Ehrlich escribieron The population bomb (curiosamente la editorial no le permitió a ella aparecer como autora). Allí pronosticaban hambrunas masivas y una situación de debacle debida al crecimiento poblacional. Por su parte, con un tono menos apocalíptico, el Club de Roma dio a conocer en 1972, el estudio llamado los límites del conocimiento, donde también se llamaba la atención sobre los riesgos del aumento poblacional.

Aunque las profecías de los Ehrlich no se cumplieron, al menos no en la dimensión que ellos habían previsto, el crecimiento poblacional sigue siendo motivo de preocupación, ahora con el auge de los movimientos ambientalistas y con mejores datos que los de los estudios iniciales.

Según información del Fondo de Población de Naciones Unidas en el año 1950 había 2.600 millones de personas, en 2015 fuimos 7.300 millones y en 2.100 se alcanzará la cifra de 11.200 millones. Pero ¿cómo se explica este crecimiento?

Paradójicamente, expertos como Massimo Livi-Bacci (autor de historia mínima de la población mundial), muestran que la población mundial crece como consecuencia de una alta tasa de mortalidad en países emergentes. Esto es consecuencia de que en los países donde hay mayor mortalidad, se tienen más hijos para compensar la fuerza de trabajo que se necesita para mantener un hogar.

El conocimiento demográfico de hoy muestra que los países donde hay mayor crecimiento poblacional, son aquellos más pobres. Es así como el continente africano será el de mayor crecimiento poblacional en los próximos años, a un ritmo de 2,55% anual, mientras la población europea se reducirá.

Sin embargo, los países que tuvieron una alta tasa de natalidad en el pasado, continuarán aportando en grandes cifras al crecimiento poblacional: en China, que tiene hoy cerca de 1.400 millones de habitantes, habrá aproximadamente 1.265.000 nacimientos en este año y en la India, nacerán cerca de 2.017.000 bebés.

En contraste con las cifras anteriores, en Suiza apenas se esperan 6.391 nacimientos, en Uruguay 3.650 y en Italia 37.600. En los países de buena parte de Europa, ni siquiera nacerá un número de bebés suficientes para remplazar su población. En estas naciones, su población nativa está disminuyendo porque las mujeres en edad fértil no alcanza a tener al menos dos hijos, cifra considerada la necesaria para el remplazo poblacional.

La preocupación

Como vimos, en términos netos la población del mundo está creciendo a un gran ritmo. Aunque en China se tomaron medidas gubernamentales de excepción, como el castigo a las familias que tuvieran más de un hijo, los números son tan grandes que hay siguen la inercia mundial, difícil de revertir, al crecimiento poblacional.

El asunto es que entre más crece la población, más presión hay sobre los recursos. La preocupación hasta hace unas décadas era acerca de la capacidad de producción de alimentos para sostener una gran cantidad de humanos en la tierra, hoy, las inquietudes van hacia un rango más amplio de asuntos.
Fotografía: Mauro Mora en Unplash

El demógrafo Hervé Le Bras en su libro los límites del planeta, mitos de la naturaleza y de la población, va en una dirección contraria al alarmismo causado por el crecimiento poblacional. Según sus cálculos, no hay un límite real para el crecimiento de la población y el desarrollo tecnológico, así como la dinámica económica, hacen que puedan explotarse recursos más allá de lo previsto. Por ejemplo, en el caso del petróleo, entre más se consume más alto es su precio, y entre más alto es su precio más viable es extraerlo a mayores profundidades, o de otros minerales como la hulla.

Sin embargo, el análisis de Le Bras parece descuidar algunas consideraciones. Aun suponiendo que los alimentos y los energéticos sean suficientes para la creciente población humana, habría un gran impacto por la producción de estos insumos para atender un número considerablemente mayor de efectivos. Aquí aparece una frontera de la que no había plena conciencia hace unas décadas: la provisión de agua dulce.

Todas las actividades productivas consumen agua y entre mayor sea esta actividad, mayor será el consumo de agua. Además del consumo directo, la producción humana tiene impacto sobre las reservas de agua. En el caso de la agricultura, es claro que aunque se utilicen medios de riego de alta eficiencia, la optimización del uso del recurso hídrico tiene un límite. Adicionalmente, la agricultura produce una gran contaminación de las fuentes de agua, como consecuencia del uso de insumos, como pesticidas. Aun los abonos orgánicos tienen un alto resultado contaminante.

Si ya hay graves problemas de contaminación por la producción actual, habrá que prever una multiplicación de esta situación, en el proceso de atender las necesidades de decenas de miles de millones de habitantes.

Lo anterior, sin contar con la provisión de servicios públicos que demandan energía, amén de los servicios educativos, de salud, transporte y justicia. Aunque la población pague por su propio consumo, producir los bienes y servicios necesarios, aumentará la presión sobre el ambiente. Se necesitarán extensiones de tierras más grandes, más minería, más ganado, más agua, todo esto en detrimento de bosques, mares y cuerpos de agua dulce.

¿Hay solución?

El crecimiento poblacional tenderá a desacelerarse en la medida en que en las regiones del mundo donde impera la pobreza se logre el desarrollo político, social y económico. Debido a que esto no se ve venir en el mediano plazo la dinámica de crecimiento se mantendrá como está previsto, a menos que se desate una catástrofe en el mundo que diezme una alta proporción de habitantes.

Las medidas de control de la fecundidad son poco efectivas comparadas con el desarrollo económico de las sociedades, que va de la mano con mayor acceso a las mujeres al estudio y al trabajo. La mejor política de población consiste en darles a los seres humanos, la mejor calidad de vida y permitirles tomar decisiones sobre su fecundidad.

Como la población de humanos seguirá la tendencia inflacionista, lo que queda por hacer es aumentar el ritmo de desarrollo de procesos productivos de menor impacto ambiental. Es urgente tomar medidas para lograr un consumo de agua racional y proteger las fuentes hídricas, reduciendo el impacto de las actividades productivas.

Adicionalmente, se requiere avanzar en modelos de agricultura y ganadería intensiva (no extensiva), de alta eficiencia, con uso mínimo de agroquímicos.

A todo lo anterior debe sumarse un mejoramiento global del aprovechamiento de residuos. Esto quiere decir, que la producción se oriente hacia materiales reutilizables y que efectivamente se reincorporen en las cadenas productivas. Aquí es muy importante que las políticas nacionales promuevan la responsabilidad efectiva de productores, comerciantes y consumidores, en procura de producir cada vez menos residuos contaminantes.

Por supuesto que esta conciencia del aprovechamiento de recursos debe dirigirse también al agua. Deberá reducirse considerablemente la liberación de aguas contaminadas, por el aumento de los procesos de tratamiento del líquido usado en procesos productivos.

Realmente las consecuencias del aumento de población no son del todo previsibles y en todo caso el crecimiento poblacional no se corresponde con el problema planteado por los Ehrlich. No hubo ni habrá tal catástrofe poblacional por lo visto y ahora el problema para países como China es más bien el notorio envejecimiento de su población. Por otra parte, una gran población no es en sí misma sinónimo de pobreza o problemas, si se logra que su impacto ambiental sea mesurado y si esa población tiene estándares de vida apropiados. 

2 comentarios:

  1. Estamos inundados de Utopías, y las premoniciones basadas en datos estadísticos nos auguran un próximo y fatídico sino, es cierto, pero de igual manera las percepciones de tiempos antiguos nos han mostrado que no se podía seguir así como lo hacían sin llegar a un caos evidente; mas la historia muestra que no fue así.
    A que lo podríamos atribuir? uno a la ciencia y la tecnología, produjeron formas de conjurar el caos o al menos de dilatarlo en el tiempo, y otro a la impredecibilidad del curso de la historia.
    La alta complejidad de sus actores y de sus leyes no nos permitieron acertar en muchas de las cosas que las dábamos por evidentes, y se basaron en la ciencia, en conceptos y teorías fidedignas, pero la flecha del tiempo y de la historia respondía a sus propias construcciones.
    No digo que no sea inquietante lo que se premonita, lo que es y lo que posiblemente viene, pero hablamos de un organismo vivo que obedece a leyes sociales humanas, físicas, biológicas demasiado complejas, y si la vida de este esta en peligro, creo que solo de la especie humana.(siendo antropocentricos)
    y acercándonos al compleja tema político, pues es evidente que son los medios de producción y la teoría económica la que determina las acciones en el planeta, y este tema rebasa incluso la desiciones de un puñaso de hombres (que parece están en el poder) las dinámicas de la Ciencia la Política y la Economía parecen ser autónomas independientes e inclementes, ahí no figura el hombre sino como mediador de los que fluye (capital), entonces por ese lado no podemos esperar que la consciencia ambiental triunfe; pero si la inyección a la investigación y a la aplicación de innovaciones tecnológicas que permitan que este organismo con otras reglas y otras realidades inimaginables continúe; biotecnología? androides? y un cumulo de seres con la formula de la vida eterna; es decir la única forma de cambiar condiciones es que la ética y el derecho humano prime pero ya sabemos que esa es la mayor utopía.

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    1. Gracias William por tu comentario. El asunto con las grandes crisis por venir, es que si bien la humanidad podría subsistir a ellas, el costo sería muy alto. Si miramos lo que sucedió en otras crisis, como las grandes pestes que asolaron a Europa, estas atacaban por igual a toda la población. Sin embargo, lo que podría suceder con algo así como un exceso de población, es que el costo estaría siendo pagado por las personas y las naciones más vulnerables.

      En todo caso, aunque el costo se distribuyera igual, este tipo de colapso sería muy costoso para el proyecto humano.

      Por otra parte, coincido contigo en que son las decisiones de una minoría las que conducen a la humanidad por estos caminos. La inequidad no es solamente en términos de distribución de bienes, sino del poder, así como de la capacidad para decidir el futuro.

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