domingo, 25 de septiembre de 2016

Quien salva una vida, salva a la humanidad entera

Muy pocas personas reconocerían a quien aparece en la fotografía. Tal vez un número mayor recordaría  algo de este personaje si se indicara que su nombre es Oskar Schindler, y finalmente muchos caerían en cuenta de quién se trata si se  añadiera que este señor es el responsable de la famosa lista de Schindler, historia sobre la cual Steven Spielberg hizo una reconocida película.

La lista de Schindler fue conformada por 1.200 judíos salvados de las atrocidades del régimen nazi por las maniobras de quien se las ingenió para mantenerlos como trabajadores de su fábrica en Cracovia (Polonia).

A Schindler se le conoció como un infiel, oportunista, jugador y pragmático. Schindler también fue espía de la inteligencia alemana. Oskar Schindler era un consentido del poder en Alemania: pertenecía la aristocracia industrial que había llevado a Hitler al control de la nación y a cambio recibía contratos de gran cuantía para todos los menesteres de la guerra y del desarrollo civil.

De sibarita desapegado pasó a ser un opositor silencioso de un régimen que le proveía de todo lo que muchos considerarían condiciones ideales. Este héroe improbable se jugó la fortuna y la vida por un grupo de personas que podrían ser impunemente sus instrumentos. De hecho, alguna vez fue arrestado por su sospechosa actitud hacia los perseguidos por el establecimiento. Fue tanto su esfuerzo, que les construyó viviendas cerca a la fábrica y cuando los alemanes debieron abandonar Polonia por el avance ruso, llevó consigo a su gente hasta Checoslovaquia.

Como si  fuera poco, una vez rescató a otros 132 de un tren que los trasladaba a un campo de exterminio y pagó la cuota que le correspondía por contar con ellos, aunque no les exigió trabajar para él en su fábrica.

Los reportes dan cuenta de que él que no solamente maniobró para salvar la vida de sus trabajadores, sino que además ordenó un sabotaje discreto de sus propia producción de municiones para la Wehrmacht. Los testimonios de personas que trabajaron en su fábrica lo describen como un hombre cálido, cercano a ellos. 

Es difícil establecer lo que llevó a Oskar Schindler a preocuparse legítimamente por la vida de los trabajadores judíos quienes estaban a merced del régimen nazi. Hay que decir, en honor a la verdad, que él fue uno de muchos (no tantos desafortunadamente) que salvaron la vida de aquellos a quienes se les impuso un régimen de terror y muerte. Varios de ellos perdieron sus vidas en ese empeño. El bien parece florecer aun en los arenales de la corrupción, la maldad y la desconsideración por los demás.

Volviendo a Schindler, se dice que que su contador judío le hablaba acerca de sus penurias y un día compartió con él este mensaje del Talmud: “quien salva una vida, salva a la humanidad entera”.

1 comentario:

  1. Una reseña mas:"...si alguien mata a una persona -a menos que sea por asesinato o porque extienda el mal sobre la tierra- es como si hubiera matado a toda la humanidad; y si alguien salva una vida humana, es como si hubiera salvado la vida de toda la humanidad." (Coran Al-Ma'idah, 32)

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