La lista de Schindler fue conformada por 1.200 judíos salvados de las
atrocidades del régimen nazi por las maniobras de quien se las ingenió para
mantenerlos como trabajadores de su fábrica en Cracovia (Polonia).

De sibarita desapegado pasó a ser un opositor silencioso de un régimen que
le proveía de todo lo que muchos considerarían condiciones ideales. Este héroe
improbable se jugó la fortuna y la vida por un grupo de personas que podrían
ser impunemente sus instrumentos. De hecho, alguna vez fue arrestado por su
sospechosa actitud hacia los perseguidos por el establecimiento. Fue tanto su
esfuerzo, que les construyó viviendas cerca a la fábrica y cuando los alemanes
debieron abandonar Polonia por el avance ruso, llevó consigo a su gente hasta
Checoslovaquia.
Como si fuera poco, una vez rescató
a otros 132 de un tren que los trasladaba a un campo de exterminio y pagó la
cuota que le correspondía por contar con ellos, aunque no les exigió trabajar
para él en su fábrica.
Es difícil establecer lo que
llevó a Oskar Schindler a preocuparse legítimamente por la vida de los
trabajadores judíos quienes estaban a merced del régimen nazi. Hay que decir, en honor a la verdad, que él fue uno de muchos (no tantos desafortunadamente) que salvaron la vida de aquellos a quienes se les impuso un régimen de terror y muerte. Varios de ellos perdieron sus vidas en ese empeño. El bien parece florecer aun en los arenales de la corrupción, la maldad y la desconsideración por los demás.
Volviendo a Schindler, se dice que que su contador judío le hablaba acerca de sus
penurias y un día compartió con él este mensaje del Talmud: “quien salva una
vida, salva a la humanidad entera”.
Una reseña mas:"...si alguien mata a una persona -a menos que sea por asesinato o porque extienda el mal sobre la tierra- es como si hubiera matado a toda la humanidad; y si alguien salva una vida humana, es como si hubiera salvado la vida de toda la humanidad." (Coran Al-Ma'idah, 32)
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