Siguiendo con la línea de estudio de la complejidad, resulta
muy interesante el trabajo de Robert Axelrod. El señor Axelrod ha aplicado a la
investigación de la cooperación su análisis de modelos formales, así como su experiencia
en procesos de negociación, como los tratados de control de armamento nuclear.
Parte Robert Axelrod de recordar que la cooperación es la
manera de actuar de los sistemas, entre ellos los grupos humanos, que produce
ganancias para los actores que intervienen en una
transacción. Lo contrario a la cooperación no es en este
caso la competencia, sino lo que se entiende como deserción, o comportamiento egoísta. La deserción es algo así como
un comportamiento egoísta, cuando se espera un comportamiento cooperativo.
El modelo del que se parte para el análisis es el llamado
dilema del prisionero. En Wikipedia el dilema es descrito así:
La policía arresta a dos sospechosos. No hay pruebas suficientes para
condenarlos y, tras haberlos separado, los visita a cada uno y les ofrece el
mismo trato. Si uno confiesa y su cómplice no, el cómplice será condenado a la
pena total, diez años, y el primero será liberado. Si uno calla y el cómplice
confiesa, el primero recibirá esa pena y será el cómplice quien salga libre. Si
ambos confiesan, ambos serán condenados a seis años. Si ambos lo niegan, todo
lo que podrán hacer será encerrarlos durante un año por un cargo menor.
Los dos reos obtendrán el máximo beneficio conjunto si ambos
cooperan entre sí (no con las autoridades). Pero existe la tentación de obtener
el máximo beneficio individual, en detrimento de la ganancia del otro. También
se enfrentan los actores a la incertidumbre acerca de cuál va a ser la elección
del otro.
Cuando el dilema del prisionero se itera, se obtienen series
de respuestas de los participantes. Robert Axelrod organizó un torneo entre
programas que simularan el comportamiento ante dilemas del prisionero en serie. Se estableció que el ganador sería quien obtuviera el máximo de beneficio. Resultó ganador un programa muy simple que establecía dos comportamientos: en la primera ronda se
colaboraba, en las siguientes se actuaba de acuerdo con el comportamiento
previo del otro jugador. Es decir, si en alguna ronda el otro no cooperaba, el
programa establecía que, en la ronda inmediatamente siguiente, se emitirá una
respuesta no colaborativa.
Por ejemplo, si una persona tiene una relación con otra, en
una situación cotidiana cualquiera, ambos harán algo por el bien del otro. Si en alguna de esas interacciones una de las personas defrauda al otro, la
respuesta del otro será no cooperar en la siguiente interacción. Si la otra
parte emite una respuesta de cooperación, el programa establece que en la
siguiente ronda, se producirá también una respuesta de cooperación
Esta dinámica es muy común en el comportamiento humano
individual y organizacional. Las relaciones de ganancia mutua se basan en la
construcción de confianza. Cuando alguno de los actores no coopera, se
produce una secuencia de respuestas de no cooperación entre las partes, que
podría producir una escalada destructiva. Este tipo de comportamiento se llama
de toma y daca (en inglés, tit for tat).
Hay un factor de aprendizaje que puede modificar el
desarrollo de la interacción. Los jugadores pueden llegar a anticipar que las
respuestas de deserción producen pérdidas netas y entonces entrar en un ciclo
virtuoso de cooperación.
Es importante anotar que esta clase de análisis se establece
sin valorar moralmente la naturaleza de la interacción. De hecho, el dilema del
prisionero muestra una situación de arreglos del tipo mafioso. En otra entrada
mostraré un análisis de la cooperación en escenarios de mafiosos.
Ahora bien, siendo cierto que en los modelos computacionales
un programa de respuestas del tipo toma y daca, puede obtener los mejores
resultados, en la vida real hay otros factores a tener en cuenta además de la
respuesta de la contraparte y que producen ajustes necesarios al modelo.
Una de las partes puede emitir una respuesta de cooperación
que sea malinterpretada por la otra y responder de manera no cooperativa. En la
siguiente ronda, un comportamiento del tipo toma y daca, no cooperaría, lo que
llevaría al primer actor a responder también no cooperando. Todo por un mal
entendido.
Por otra parte, a veces aun cuando queremos cooperar, nuestra
respuesta puede ser equivocada.
Para reducir las pérdidas por esta situación, Axelrod llama
la atención acerca de la importancia de contar con dos previsiones: generosidad
y contrición.
La generosidad tiene que ver con emitir una respuesta de
cooperación, aunque se haya recibido previamente una respuesta de deserción,
teniendo en cuenta que las interacciones humanas se dan en medio de mucho ruido
(factores que perturban la valoración de la conducta del otro).
La contrición refiere a emitir una respuesta de cooperación
aun cuando la otra parte haya emitido previamente una respuesta de deserción,
si se entiende que esta deserción es producto de un error de nuestra parte.
El análisis de diversas situaciones de conflicto permite
mostrar que la retribución de golpe por golpe no produce los mejores resultados
en el caso de los humanos en situaciones reales.
Mi experiencia personal es que muchos de los conflictos se
generan por la lectura del comportamiento del otro, de manera que la otra parte
responde en tono de pelea. Así, una de las partes puede entender que el
comportamiento del otro es no colaborativo, mientras el otro piensa que sí está
aportando al buen entendimiento.
La manera de resolver esto y de plantear un escenario de
ganancia mutua, es propiciar el diálogo con la otra parte, escuchar su
valoración de la situación y entender que aunque no tengamos intención de daño,
nuestra conducta puede leerse como una agresión al otro, y suscitar una
respuesta en consecuencia.
En el caso del proceso de paz, por ejemplo, es necesario que
las partes reconozcan sus errores, dejando de lado sus justificaciones. Es un
error pretender hacer equivalente el daño percibido a la valoración de quien lo
produce.
Se entiende también que cuando una de las partes cesa las
hostilidades, por mencionar un caso, cuando se desiste del lenguaje agresivo,
se está actuando con generosidad que propicia recuperar la cooperación.
Responder a la agresión con agresión y condicionar el
comportamiento propio por la conducta ajena, traza la ruta hacia el conflicto.
Entender al otro y ayudarle a encontrar su camino produce un resultado
favorable en la construcción de la civilización humana.